miércoles, 14 de febrero de 2007

Lección 1





¿Qué es la psicología?
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Por Orlando Arroyave

Nuestra tarea primera es proponer unos enunciados generales de lo que entendemos por psicología. Sé que algunos teóricos o comentaristas emprenden siempre una tarea epistémica para definir esta disciplina científica a partir del objeto o del método. Lo improcedente de esta aproximación —definir la psicología desde una clarificación de su objeto o de su método— será objeto de examen en otro comentario. Nosotros, a su vez, propondremos, para aquella discusión, un abordaje crítico que denominamos “Los ejes epistemológicos”.
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Por ahora queremos proponer, antes de esta tarea epistemológica, tres variables para entender lo que en la actualidad se concibe como la psicología. La etimología, el estudio razonado del alma o la psique, creo, no nombra a plenitud los múltiples sentidos en que es abordada en la sociedad actual esta disciplina. La palabra “psicología” fue usada por primera vez en 1590 por el teólogo R. Goclenius (Mora: 2956: 2002). Mas su etimología ha sido sobrepasada por sus más de 400 años de supervivencia a las revoluciones políticas, científicas o culturales que han acontecido. Si bien la “psicología” es todavía entendida como el estudio racional —lo que ese concepto evoca dentro de la episteme moderna— del alma (la mente, en su versión ilustrada, o procesos cognitivos, en su versión actual), digamos que es necesario introducir varias aclaraciones.
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Por ahora introduzcamos tres variables para nombrar la psicología (sin entrar a redefinir o discutir sobre el objeto propuesto o sobre el concepto de alma o la mente). Por un lado la psicología es una ciencia o una disciplina científica; es el enfoque epistemológico o científico de la psicología. Para la sociedad, dinamizadora de la cultura, la psicología es una profesión; enfoque profesional o social de la psicología. Por un último, la psicología sirve a su vez para la formación de individuo o sociedades. Es el enfoque formativo.
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Estos tres enfoques (la psicología como ciencia, profesión o formación personal o colectiva) requieren de una aclaración.
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Enfoque científico: la psicología como ciencia. No entraremos aquí a discutir los límites o posibilidades de la psicología como ciencia, ni hacer una demarcación entre lo que denominamos saber científico. Para la sociedad, o un poco más ampliado, para la cultura occidental la psicología es una ciencia o una disciplina científica (hace suyo los mojones teóricos, metodológicos y prácticos de la ciencia, si bien sabe de la imposibilidad de construir por ahora “leyes sólidas”, tanto en términos de regularidades observables o medibles, como de formulaciones matemáticas). La psicología pertenece a un saber propio de la cultura, denominado ciencia. Los otros dos saberes, que propone el psiquiatra mejicano José Luis Díaz como soporte de la cultura, además de la ciencia, son el arte y la sabiduría (que incluye a la religión y en parte a las “humanidades”). Diaz invoca tres símbolos para su representación: el ábaco, la lira y la rosa. Si bien algunos teóricos incluso pueden poner la psicología del lado del arte y de la sabiduría (habría, quizá, mayores partidarios de esta última) una tradición epistémica concibe la psicología propia del campo teórico y práctico de la ciencia. Podríamos elevar reparos conceptuales a su status científico, mas permanecería inalterada la concepción presente de la cultura: la psicología es, para la cultura occidental, una ciencia o una disciplina científica.
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Enfoque profesional: la psicología en su función social. La psicología ha logrado poco a poco en las sociedades occidentales en general una presencia de un saber útil; se aspira que muchos de los hallazgos propios de este saber, en sus diversas ramas y tendencias, contribuyan al entendimiento de pautas comportamentales generales de sociedades, individuos o, incluso, de la humanidad toda; o puede, a partir de las distintas formas de nombrar las disfunciones individuales o colectivas (enfermedad o trastorno mental, síntoma, etc.), soluciones para que se atempere, modifique o se elimine dicha disfunción. La psicología se ha convertido así en un saber de utilidad social, no exento de los riesgos ideológicos y prácticos de una disciplina que ha logrado imbricarse en las instituciones y saberes de gran presencia mediática, política, artística o incluso militar y gubernamental.
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La psicología como formación: la psicología puede modular comportamientos individuales o sociales. La proliferación de libros de psicología, de recetas caseras (El psicólogo en casa) o enciclopedias de la salud o la pedagogía, muestra el interés cultural por la psicología. Este elemento de “saber práctico” (una búsqueda ética de comprensión de sí mismos o de los demás individuos) es de gran interés para los individuos y sociedades. Pero no sólo la psicología ha logrado con sus teorías pedagogizar comportamientos; ha logrado permear las concepciones culturas sobre la sexualidad, los niños, los estándares de salud o enfermedad, sobre los sueños y los padres, sobre nuestra cercanía con otros mamíferos o con nosotros mismos.
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Tres modos de concebir la psicología que, se debe advertir, no son excluyentes. Hay sin embargo una cuarta forma de concebir la psicología y que engloba, creo, a todos los anteriores.
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El psicólogo Nicholas Humphrey postula que los hombres son “psicólogos naturales” (quizá los chimpancés también lo son), pues los seres humanos han evolucionado “hasta llegar a ser unos supervivientes psicológicos tan extraordinarios cuando su dura tarea ha consistido, durante los últimos seis millones de años, en leer la mente de otros seres humanos"[las cursivas son de Humphrey](2001: 51). Al ser el hombre un animal de dependencia social ha logrado a través del pensamiento-lenguaje elaborar “conjeturas realistas acerca de la vida interior de sus rivales [o próximos]” [Ibíd. 77]. Esta estrategia evolutiva o de supervivencia, que todavía está presente en nosotros, ha permitido que podamos calcular el peligro o la confianza que nos suscitan los otros. Habría que agregar que esta capacidad de “leer la mente” también es extensiva al propio sujeto; esta capacidad autoconsciente (“mundo interior”) permite evaluar o revaluar procesos emotivos-cognitivos. Humphrey da síntesis a su hipótesis: “[…] tenemos [los hombres] una imagen, una especie de modelos conceptuales de la mente humana, sin el cual no podríamos llegar a ser psicólogos naturales” (Ibíd., 67). Los filósofos y psicólogos (y en las últimas décadas los físicos y los biólogos) han señalado distintos modelos de esta forma de concebir la mente (la res cogitans; el alma como emoción e imágenes; el mundo anímico conformado por un reino tripartita —ello, superyó y yo—; la mente como un ordenador emocional que “procesa información” para resolver problemas; el sujeto platónico disuelto en el “puro significante” —“el sujeto no es no más que puro significante”—). Cada modelo refleja el propósito cultural y social (un propósito de especie) de construir teorías generales para comprender a los otros y a mí mismo. La psicología así concebida es una estrategia evolutiva de transformación social, cultural e individual.